DESARROLLO INFANTIL

el desarrollo del niño esta lleno de pequeños avances segun maduran psicologicamente


Tener un hijo no es tener
un ramo de rosas

Federico García Lorca




El desarrollo evolutivo es una experiencia que comienza en el mismo momento de nacer. Al principio los niños aprenden por los sentidos, antes de poder comprender el lenguaje.

Uno de los puntos fundamentales para que los niños crezcan sanos, autónomos, leales, responsables y también exploradores, curiosos, investigadores...es ofrecerles el marco de seguridad paterna a través de la creación del vínculo emocional (el apego).
De otras muchas maneras podemos ayudar al niño a caminar por la vida, es una situación parecida a enseñarles a montar en bici e ir sujetando el sillín hasta que se sueltan, con la gran sensación que supone para ellos, y el tremendo miedo para nosotros.




DESARROLLO DEL APEGO

el apego seguro es un predictor de un adulto seguro y confiadoAunque en principio se llegó a la conclusión de que el contacto entre madre e hijo eran vitales para el desarrollo de un mayor apego, investigaciones recientes dan menor importancia a este hecho. Otros autores mencionan que entre las tareas del desarrollo para niños de 0-1 años se encuentra la regulación biológica: interacción armoniosa con los padres como formulación de una buena relación de apego, ya entre el año y año y medio, aparece la exploración, experimentación y dominio del mundo del objeto, con el cuidador como base segura para responder al control externo de los impulsos.

TIPOS DE APEGO



TIPOS DE APEGO ( Clasificaciónde Ainsworth)
el tipo de apego que establece un niño condiciona su relación con los demas



Apego seguro 


Un patrón óptimo de apego se debe a la sensibilidad materna, la percepción adecuada, interpretación correcta y una respuesta contingente y apropiada a las señales del niño, fortalecen interacciones sincrónicas


Las personas con estilos de apego seguro, son capaces de usar a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están angustiados. Ellos tienen cuidadores que son sensibles a sus necesidades, por eso, tienen confianza que sus figuras de apego estarán disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad. En el dominio interpersonal, tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo. De igual forma, muestran tener una alta accesibilidad a esquemas y recuerdos positivos, lo que las lleva a tener expectativas positivas acerca de las relaciones con los otros, a confiar más y a intimar más con ellos 

Apego ansioso -evitante 

Para la conducta que tiende a aumentar la distancia de personas y objetos supuestamente amenazadores resultan convenientes los términos "retracción" "huida" y "evitación". Para otro componente importante y adecuadamente organizado, el término utilizado es "inmovilización" 

La conducta de retracción y la de apego se suelen dar con frecuencia ya que ambas cumplen una misma función: protección. Resulta fácil combinar en una acción única el acto de alejarse de una zona y acercarse a otra. No obstante, existen poderosas razones para trazar un distingo entre ambas. En primer lugar, aunque en buena medida las condiciones que las provocan son las mismas, no siempre ocurre así. La conducta de apego, por ejemplo, puede ser activada por la fatiga o la enfermedad, tanto como una situación que provoca miedo. Por otra parte, cuando ambas formas de conducta son activadas al mismo tiempo no siempre son compatibles, aunque si lo sean en la mayoría de los casos. Por ejemplo, puede producirse una situación conflictiva cuando el estímulo que provoca tanto la huida como la conducta de acercamiento de un individuo se halla ubicado entre éste último y la figura en quien se centra su afecto. Reviste primacía una u otra forma de conducta cuando el individuo atemorizado marcha de manera más o menos directa hacia la figura del apego, a pesar de que para ello tiene que pasar cerca del objeto amenazador, o cuando huye de este último aún cuando al hacerlo pone una distancia cada vez mayor entre si mismo y la figura de apego 

Una conducta de apego insegura-evitante o la presencia de fallas en el establecimiento del vínculo materno-infantil, también se ha asociado con madres que maltratan a sus hijos, ya sea de manera física, verbal, a través de la indiferencia o por una inhabilidad psicológica Este tipo de apego no seguro, se ha asociado con la presencia del "síndrome no orgánico de detención del desarrollo" que se caracteriza por carencias nutricionales y/o emocionales que derivan en una pérdida de peso y un retardo en el desarrollo físico, emocional y social. Muestran tener una menor accesibilidad a los recuerdos positivos y mayor accesibilidad a esquemas negativos, lo que las lleva, en el caso de las personas evasivas, a mantenerse recelosos a la cercanía con los otros y a las personas 

Las madres de niños evitantes pueden ser sobreestimulantes e intrusivas. Las personas con este tipo de apego, tienen despliegues mínimos de afecto o angustia hacia el cuidador, o evasión de esta figura ante situaciones que exigen la proximidad y rechazan la información que pudiese crear confusión, cerrando sus esquemas a ésta, teniendo estructuras cognitivas rígidas tienen más propensión al enojo, caracterizándose por metas destructivas, frecuentes episodios de enojo y otras emociones negativas. Algunos niños sujetos a un régimen imprevisible parecen llegar a un punto de desesperación en el que, en vez de desarrollar una conducta afectiva caracterizada por la ansiedad, muestran un relativo desapego, aparentemente sin confiar en los demás ni preocuparse por ellos. A menudo esta conducta se caracteriza por la agresividad y la desobediencia, y esos niños son siempre propensos a tomar represalias. Este tipo de desarrollo es mucho más frecuente en los varones que en las niñas, en tanto que ocurre a la inversa en el caso de una conducta de fuerte aferramiento y ansiedad 

Apego ansioso ambivalente 

Los sujetos ambivalentes son aquellos que buscan la proximidad de la figura primaria y al mismo tiempo se resisten a ser tranquilizados por ella, mostrando agresión hacia la madre. Responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con expresiones de protesta, enojo y resistencia. Debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus cuidadores, estos niños no tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de los primeros. Estas personas están definidas por un fuerte deseo de intimidad, junto con una inseguridad respecto a los otros, pues desean tener la interacción e intimidad y tienen intenso temor de que ésta se pierda. De igual forma, desean acceder a nueva información, pero sus intensos conflictos las lleva a alejarse de ella 

Una situación especial en la que se produce conflicto entre la conducta afectiva y la conducta de alejamiento, es la que se produce cuando la figura de apego es también la que provoca temor, al recurrir, quizás, a amenazas o actos de violencia. En esas condiciones, las criaturas más pequeñas no suelen huir de la figura hostil, sino aferrarse a ella 

Todo apego regido por la ansiedad se desarrolla no sólo porque el niño ha sido excesivamente gratificado, sino porque sus experiencias lo han llevado a elaborar un modelo de figura afectiva que suele mostrarse inaccesible o no responder a sus necesidades cuando aquél lo desea. Cuanto más estable y previsible sea el régimen en el que se cría, más firmes son los vínculos de afecto del pequeño; cuanto más imprevisibles y sujetos a interrupciones sea ese régimen, más caracterizado por la ansiedad será ese vínculo. 
























EL APEGO INFANTIL Y SUS CONSECUENCIAS

En el curso de la evolución, todas las especies tienden a permanecer en sitios familiares, en los que se sienten seguros, rechazando la soledad y lo desconocido. En un sujeto, la conducta de temor les hace apartarse de las situaciones potencialmente peligrosas, y la conducta de apego les empuja a las situaciones en las que se sienten a salvo. Sentimos atracción hacia determinados elementos del ambiente animado o inanimado, en especial gentes y lugares con las que nos hallamos familiarizados. Por otra parte, experimentamos rechazo por situaciones ambientales que nos proporcionan indicios naturales de peligro potencial tales como suelen ser: la soledad y lo desconocido.

En el hombre adulto la conducta de temor puede ser provocada por indicios que derivan por lo menos de tres fuentes:


1) Indicios naturales y sus derivados (desarrolladas en la infancia) 


2) Indicios culturales aprendidos por medio de la observación (desarrolladas gracias a la sociedad) 

3) Indicios aprendidos y utilizados con un mayor grado de perfeccionamiento, a los efectos de evaluar el peligro y evitarlo.

La respuesta de temor suscitada ante la inaccesibilidad de la madre, puede considerarse una respuesta adaptativa básica, una respuesta que, en el curso de la evolución se ha convertido en parte intrínseca del repertorio de conductas del hombre en virtud de su contribución a la supervivencia de la especie.


el establecimiento de un vinculo seguro hace al niño feliz y confiado
Según Yela (2000), el amor cumple funciones psicológicas básicas: compartir, afiliación (punto de partida para las relaciones interpersonales íntimas), protección, estabilidad y seguridad, intimidad, apoyo emocional, entrega, compañía, visión optimista del mundo, refuerzos básicos (atención y placer sexual), prestigio y reconocimiento social, autoestima y la reducción de ciertas inquietudes psicológicas (soledad, ansiedad, temor a estar solo en la madurez y en la vejez), no sentirse diferente a la mayoría y la transición de un estatus psicosocial a otro; socioculturales (transmisión de normas) e incluso evolutiva (fortalecimiento del vínculo entre los progenitores en la especie cuyas crías son más indefensas y necesitan protección). 



La ausencia de amor maternal durante la infancia se asocia a problemas psicopatológicos en la etapa adulta (histeria, inseguridad, temor al rechazo e intensa necesidad de aprobación); déficit psicológicos traducidos en una actitud de hostilidad ante el mundo y ante los demás. Sin embargo, el amor de madre depende en mucho del estilo de apego que haya desarrollado a través de su existencia, lo cuál repercutirá de igual manera en la seguridad que le transmita a su hijo al momento de nacer y durante los años posteriores, haciendo especial énfasis en los primeros meses de vida que son cruciales para el establecimiento del apego. Por lo tanto, se puede definir al apego como un "proceso de maduración a través del cual el cuidador principal de la infancia adquiere la calidad de un objeto de amor" 


El temor a la ausencia materna nace cuando el bebé aprende que, al hallarse ausente la progenitora, sus necesidades fisiológicas no pueden satisfacerse, lo cual redunda en la acumulación de peligrosas "cantidades de estimulación" que, a menos de descargarse, provocan una "situación traumática". El bebé descubre que al quedarse solo es incapaz de descargar esos elementos acumulados, la situación de peligro que intrínsicamente le provoca temor es "una situación de desamparo reconocida, recordada y esperada".

A partir de los primeros meses de vida y durante toda la existencia del ser humano, la presencia o ausencia (física) de una figura de afecto es una variable clave que determina el que una persona se sienta o no alarmada por una situación potencialmente peligrosa. A partir de esa misma edad y durante toda su vida, una segunda variable de importancia es la confianza o falta de confianza que experimenta la persona con respecto a la disponibilidad de la figura de apego (este o no presente físicamente) de responder a sus requerimientos cuando por alguna razón lo necesite

La familia tiene una función eminentemente protectora y socializadora. Dentro de ésta, el niño establecerá nexos con el mundo exterior, haciéndose patente a través de la seguridad que se vaya solidificando según las relaciones entre los miembros de la familia. Se producen alianzas y coaliciones que en parte definen su estructura funcional. La ruptura de una alianza o coalición implica la necesaria reestructuración de la dinámica familiar. Las relaciones afectivas familiares tempranas proporcionan la preparación para la comprensión y participación de los niños en relaciones familiares y extrafamiliares posteriores. Ayudan a desarrollar confianza en si mismo, sensación de autoeficacia y valía. Dentro de esta, la riqueza de las interacciones madre-hijo o cuidador-hijo es el predictor mas consistente de la habilidad, el conocimiento y la motivación en los niños 

La personalidad adulta se visualiza como producto de la interacción del individuo con figuras claves durante sus años inmaduros y, en particular, con las figuras de apego. Individuos que han crecido en un hogar adecuado, con padres afectuosos en la medida normal, y han tenido ante sí a personas que pueden brindarle apoyo, aliento y protección, y saben donde buscar todo ello suelen tener expectativas firmes y satisfechas; por lo que, como adulto, le resulta difícil imaginar un mundo distinto. Ello le hace sentirse seguro, de que toda vez que se vea en dificultades siempre tendrá acceso a figuras dignas de confianza que vendrán en su ayuda. Enfrentará al mundo con seguridad y, cuando se vea ante una situación alarmante, podrá encararla con eficacia, o buscar ayuda para hacerlo. 

La experiencia familiar de los niños que se convierten en seres relativamente estables y dotados de confianza en sí mismos, no solo se caracteriza por el apoyo que les brindan los padres cuando ello es necesario, sino también por el aliento que les brindan, de modo paulatino pero oportuno, para que vayan adquiriendo una autonomía cada vez mayor. Los adultos que desconocen la posibilidad de contar con figuras que le brinden apoyo y protección de manera constante, puede llegar a no confiar en la posibilidad de que siempre puedan tener acceso a una figura de afecto que les merezca plena confianza. Ven al mundo como algo impredecible y hostil, respondiendo en consonancia: apartándose de él o riñéndole Entre ambos extremos se encuentran las personas que pueden haber aprendido que una figura de apego sólo responde de manera positiva cuando se le hace objeto de mimos y halagos. Otros pueden haber aprendido durante la infancia que la respuesta deseada solo puede obtenerse si se cumplen determinadas reglas del juego. Siempre que esas reglas hayan sido modeladas y las sanciones tibias y previsibles, el sujeto podrá seguir creyendo en la posibilidad de obtener apoyo cuando lo necesite. Pero cuando las reglas son estrictas y difíciles de cumplir, y en especial cuando incluyen amenazas de quitar todo el apoyo, la confianza suele desvanecerse


ESTILOS DE APEGO Y RELACIONES INTERPERSONALES FUTURAS

ESTILOS DE APEGO Y RELACIONES INTERPERSONALES FUTURAS

El apego a la madre o cuidador primario es sólo uno, el primero de tres apegos verdaderos que ocurren en la vida. El segundo sería en la adolescencia tardía, la búsqueda del segundo objeto: la pareja. El tercero sería hacia el hijo o hijos.

Se pueden apreciar dos enfoques de estudio hacia los estilos de apego y su influencia en las relaciones interpersonales; por un lado, hay investigadores que se han abocado a explorar si la historia de un individuo podría influir en su estilo de apego hacia parejas románticas durante la edad adulta, tal como el realizado por Ochoa y Vázquez (1991), que mencionan que la adquisición de respeto y de confianza (en uno mismo y en los demás) serán buenos predictores de la satisfacción amorosa adulta .

Mientras que por otro lado, se han interesado en el proceso de cómo la gente con determinado estilo de apego mantiene sus vínculos afectivos en sus relaciones cercanas, moldeando la forma y el contenido de las mismas. Los estudios se han enfocado a analizar los modelos de trabajo internos que se forman a partir del proceso de socialización y del acumulo de experiencias agradables vs. Desagradables que se viven con la figura de apego. Tales modelos de trabajo tienen la función de guiar las expectativas individuales de acercamiento-alejamiento hacia la figura de apego.

RELACIONES ROMÁNTICAS

Hazan y Shaver han propuesto la "Teoría del apego sobre relaciones amorosas" en la que, establecen un paralelismo entre el tipo de relación amorosa adulta y el tipo de apego a la madre en la infancia. Ese vínculo niño-madre tenderá a reproducirse en la relación amorosa adulta futura. Aunque deja abierta la posibilidad del cambio en la socialización. Muchas formas de intimidad en las relaciones amorosas adultas (lenguaje, cogerse de la mano, abrazarse, etc.) son reminiscencias del contacto con los padres. Los amantes adultos se turnan en la interpretación de los roles de niño-a y padre-madre.

Feeney y Nooler (1991) constataron diferencias en la idealización de la pareja, en función de los estilos de apego. Los más idealizadores fueron los "amantes ansiosos"; los amantes "evitadores" fueron los que menos idealizaban a su pareja, mientras que los amantes "seguros" mostraban un nivel intermedio de idealización. Yela, por su parte encontró que los "amantes posesivos" eran más idealizadores que los "amantes compañeros", siendo los más idealizadores los "amantes lúdicos". Se ha constatado que la fidelidad sexual presenta una elevada correlación con el estilo amoroso "maniaco" o "posesivo". Respecto a la satisfacción, los "pasionales" tienden a resultar los de mayor satisfacción amorosa, mientras que los "posesivos" aparecen como los de menor satisfacción tanto amorosa como sexual.

Varios estudios han determinado que algunas características que se presentan en las relaciones íntimas que establecen las personas tienen mucho que ver con sus estilos de apego individuales. Las personas con estilo seguro tienden a desarrollar modelos mentales de sí mismos como amistosos, afables y capaces, y de los otros como bien intencionados y confiables, ellos encuentran relativamente fácil intimar con otros, se sienten cómodos dependiendo de otros y que otros dependan de ellos, y no se preocupan acerca de ser abandonados o de que otros se encuentren muy próximos emocionalmente. Las personas con estilos ansiosos tienden a desarrollar modelos de sí mismos como poco inteligentes, inseguros, y de los otros como desconfiables y reacios a comprometerse en relaciones íntimas, frecuentemente se preocupan de que sus parejas no los quieran y sienten temor al abandono. Los con estilo evasivo, desarrollan modelos de sí mismos como suspicaces, escépticos y retraídos, y de los otros como desconfiables o demasiado ansiosos para comprometerse en relaciones íntimas, se sienten incómodos intimando con otros y encuentran difícil confiar y depender de ellos 

Siegel (1986) ha subrayado el importante papel del amor como estimulador del sistema inmunológico

CELOS FRATERNOS Y APEGO INFANTIL

En cuanto a la influencia de los estilos de apego en los celos fraternos, se ha encontrado que para que los celos aparezcan debe establecerse el apego hacia la figura materna. Se debe poseer el cuidado, atención, protección y cariño de la madre.

El apego que conlleva a los celos fraternos transcurre por los siguientes estadios: 

1) preferencia por los miembros 

2) interacción privilegiada con las figuras de apego sin rechazar a los desconocidos 

3) interacción de forma privilegiada con las figuras de apego y rechazo de los desconocidos 

4) vinculación, conflicto e independencia 

5) paso de la tríada a la tétrada familiar; ante esta situación 


a) la madre disminuye las interacciones positivas y aumenta las prohibiciones y fricciones, 

b) el niño aumenta sus conductas de apego hacia la madre, incrementa sus reacciones negativas, regresivas y otros síntomas. Los celos aquí experimentados son inevitables en la fase de independencia de la figura de apego 

Existe una mayor vulnerabilidad cuando la llegada del hermano se produce antes de los cinco años, debido a que la dependencia respecto de la madre todavía es tan elevada que la ruptura del vínculo establecido afectará con mayor intensidad a un niño pequeño.

Los niños con un temperamento negativo tienden más a incrementar la introversión, problemas de sueño y la dependencia tras el nacimiento de un hermano. Cuando se trata de niños a los que se ha atendido sus necesidades y peticiones con prontitud, pueden tolerar de mala gana las inevitables demoras que se producen al tener que atender al bebe. Se acentúa la baja tolerancia a la frustración.







EFECTOS SOBRE EL APEGO DE LAS SITUACIONES ESTRESANTES

ESTRÉS Y APEGO


En la infancia existen cantidad de situaciones y acontecimientos que pueden ser considerados como estresores, porque implican daño o pérdida; son amenazas reales o potenciales para el bienestar, retos ante los cuales irremediablemente hay que responder. Migram (1996), propone una clasificación de dichos acontecimientos: 



1) tareas rutinarias 


2) actividades o transiciones normales del desarrollo 

3) acontecimientos convencionales, 

4) acontecimientos negativos, 

5) alteraciones familiares graves, 

6) desgracias familiares, 

7) desgracias personales 

8) desgracias catastróficas.

EFECTOS EN LOS NIÑOS DE LA EXPOSICIÓN A LA VIOLENCIA

El conflicto interparental afecta la implicación, el apoyo, la disciplina y el control que los padres tienen con sus hijos. Vivir en un ambiente hostil y violento es muy debilitante para la víctima (en este caso nos centramos en la mujer y la violencia doméstica). Ella tiene que centrar toda su atención y energía en evaluar el estado emocional de su compañero y su estado de ánimo (propensión a la violencia), así como defenderse a ella misma y a sus hijos de ataques verbales y físicos. Como es lógico, al vivir en este ambiente, la víctima se preocupa de necesidades y seguridad, descuidando las necesidades de sus hijos.

Otro problema de estas familias es la inconsistencia en la educación del niño. A veces la 
madre se comporta de manera completamente diferente cuando está sola con sus hijos que cuando está presente el padre. Además de esto, en muchas ocasiones existen problemas adicionales a los que enfrentarse, como pueden ser divorcio, problemas económicos, desempleo, riesgo de desalojo de casa, etc. Todos estos factores pueden influir en la capacidad de la madre para dar respuesta a las preocupaciones y miedos del niño.


De esta forma, la inconsistencia, ineficacia y ausencia de respuesta de los padres a la satisfacción de necesidades del niño, afectan al desarrollo de vínculos afectivos hacia las figuras de apoyo, algo imprescindible para que el niño desarrolle sus competencias y un funcionamiento adaptativo. 


Ante este tipo de vinculación, es probable que los niños sean más vulnerables a padecer estados afectivos variables, imprevisibles y negativos. Esta negatividad emocional se traduce en un rechazo hacia los padres, y varía entre hostilidad manifiesta a aislamiento y negligencia, asociada a varias formas de inadaptación del niño, incluyendo pasividad, baja autoestima y control, falta de confianza y baja competencia social. 


Cuando se produce una disrupción de este tipo en la vinculación, el niño experimenta una rabia intensa, ansiedad, miedo y luto, que impide que el niño pueda desarrollar confianza y una vinculación (apego) segura hacia su cuidador. 

La vinculación débil conduce al desarrollo de patrones de regulación afectiva inadaptativos, como el aislamiento, evitación, intimidación y agresión, que por su parte impiden al niño una vez convertido en adulto, involucrarse en relaciones que requieren intimidad.

ENSEÑE A COMER A SU HIJO

La dificultad en los hábitos de comida es tema de frecuente preocupación para los padres. La alimentación no implica sólo el acto de comer, también instaura una serie de comportamientos que se adquieren en el ámbito familiar y en la escuela. Los hábitos de alimentación se aprenden en las etapas de Educación Infantil y Primaria.

HÁBITOS DE ALIMENTACIÓN

Las actividades del niño y la distribución del horario a lo largo del día (sueño, colegio, ocio, actividades extraescolares, etc) repercuten en sus hábitos alimenticios y en su apetito. Como pautas generales se pueden establecer:


EL DESAYUNO

enseñar a comer y a disfrutar de la comida será fundamental en su futuro
Es una de las comidas más importantes del día. Conviene levantarse con tiempo y dedicarse a las actividades de aseo y cuidado personal antes de tomar el desayuno para así generar sensación de hambre.El desayuno es una de las comidas principales y no debe tomarse con prisas.


Conviene que el desayuno sea variado en sus componentes y que cambie periódicamente, de forma que lo que se tome nos aporte las energías suficientes hasta la comida del mediodía. Cuando un/a niño/a se alimenta adecuadamente en el desayuno no necesitará otro aporte de alimentos hasta la comida siguiente. No obstante, , es frecuente que el niño lleve un pequeño almuerzo (frutas, quesitos, bocadillo, galletas, etc.) para la hora del recreo.


LA COMIDA

En nuestra sociedad la comida constituye la principal toma de alimentos del día y es el momento de encuentro que favorece la relación familiar y la enseñanza-aprendizaje de los hábitos básicos de alimentación. Por ello, se debe propiciar un clima tranquilo, sosegado, sin interferencias (TV, radio, animales...) para que el momento de la comida resulte siempre placentero.







Evitaremos, en lo posible:

  • la preparación de alimentos a última hora. 
  • las interrupciones largas entre plato y plato. 
  • la anarquía en los horarios 
  • los gritos, regañinas, correcciones constantes. 
  • el comer con mucha rapidez. 
  • las situaciones incómodas por falta de espacio.

Por el contrario, procuraremos estimular las conductas adecuadas con refuerzos positivos, del tipo:


“Comes como un mayor”

“Da gusto veros comer”

“Mañana os prepararé una sorpresa”

En cuanto a lo que se debe comer, responderá a una dieta variada, equilibrada y acorde a las necesidades de los comensales, cuidando su presentación.


LA MERIENDA


La merienda es una costumbre de nuestra cultura muy extendida desde edades muy tempranas. Los hábitos familiares van a determinar el tipo de alimentos de esta comida. No obstante, es conveniente tener en cuenta que éstos han de ser variados, no muy elaborados y que la merienda debe ser algo frugal que dé paso a la cena.


LA CENA

Deberíamos tender a que la cena sea otro momento de encuentro alrededor de la mesa, de forma relajada, y evitar elementos de dispersión. Procuraremos que tenga lugar lo antes posible para que nos permita hacer la digestión antes de acostarnos; por ello, la cena debe ser ligera.

DIFCULTADES MÁS COMUNES

Inapetencia y rechazo a ciertos alimentos

Los problemas en la alimentación son frecuentes en la etapa infantil. En los primeros meses puede darse un rechazo al pecho o al biberón o presentar cierta incapacidad para mamar; más adelante pueden aparecer manías a la hora de comer o comer de manera insuficiente.

La inapetencia se manifiesta en el escaso o nulo apetito que se repite de forma continua a las horas de la comida. Con frecuencia afecta a niños/as de la etapa infantil. En la mayoría de casos no se observa causa orgánica que motive la falta de interés por la comida y, en general, se trata de niños/as sanos que se desarrollan dentro de los parámetros normalizados.

La inapetencia puede ser continua o temporal debido a:

a) Acontecimientos familiares o sociales:

  • el nacimiento de un hermano/a.
  • la entrada al colegio o guardería.
  • el fallecimiento o pérdida de un familiar
b) Un proceso de aprendizaje inadecuado:

  • la ansiedad del padre/madre ante uno o varios episodios de inapetencia que pueden llegar a angustiar a todos los miembros de la familia y producir rechazo de la comida.
  • en muchos casos, el adulto sobrevalora la comida y relaciona la cantidad con la salud de sus hijos/as. De aquí deriva una excesiva atención e insistencia, lo que produce a su vez un círculo vicioso difícil de cortar.
  • la anarquía en los horarios o comer entre horas.
  • el abuso de alimentos dulces, chucherías, refrescos, etc
c) Causa física:

  • la dentición.
  • una enfermedad.
  • un accidente.
¿QUÉ DEBEMOS HACER?

Ante una inapetencia continua es necesaria una valoración del pediatra para conocer el estado de salud del/la niño/a, si requiere un aporte vitamínico o tratamiento de estimulación del apetito. Puede ser que, tras un chequeo médico, se encuentre bien y, por tanto, los padres deben asumir que come lo que necesita.



Si la ausencia de apetito coincide con uno de los acontecimientos mencionados (dentición, enfermedad, nacimiento de un hermano/a...), debemos entender ésta como una llamada de atención o como síntoma de un bajo estado de ánimo ante el cual los padres pueden recurrir a una consulta profesional.


En caso de producirse un proceso de aprendizaje inadecuado de los hábitos de comida, tenemos que tener en cuenta que la actitud de los hijos depende, en buena parte, de la actitud que adopten los padres. El modelo de conducta que asuma será el que la familia le ofrece. Es también importante establecer unas pautas básicas que se han de mantener, como son:



– Que el acto de comer sea una acción relajada y tranquila.


– La permanencia en la mesa durante el tiempo de las comidas (estableciendo un tiempo mínimo y uno máximo de estancia sin levantarse).

– Comer el menú según el orden de presentación.

– Hacer de la comida un momento de encuentro y convivencia, y evitar comer cada uno a su hora; esto va a favorecer el aprendizaje por imitación.

– Evitar compaginar otras actividades con la comida (ver la televisión, juegos, periódico...)

– Explicitar unas formas de comer adecuadas de manera progresiva. Es decir, que el/la niño/a conozca las normas de su casa: uso de servilleta, postura en la mesa, empleo de cubiertos...

– Posibilitar la degustación de alimentos nuevos en pequeñas dosis y, aun respetando el rechazo hacia algunos alimentos, procurar no caer en la cesión a caprichos.

– Conviene negociar con antelación una cantidad mínima (sobre todo de aquellos alimentos rechazados por el/la niño/a) e ir ampliando la cantidad poco a poco.

– Evitar que los/as niños/as coman entre horas y abusen de dulces y chucherías.

El seguimiento de estas pautas creará unos hábitos adaptados y duraderos. Si el niño cumple con las normas familiares se le reforzará con atención, alabanza, elogios, etc...

Cuando el niño o la niña adopten una conducta inadecuada a la hora de comer, los adultos no deberán manifestar gritos, enfado, ansiedad y/o castigar. Se le debería retirar el plato, una vez finalizado el tiempo acordado. En la próxima comida, se mantendrán las mismas normas.

Las pautas se adecuarán a las fases madurativas del niño. Como criterio básico se dejará que el/la niño/a realice todo lo que puede hacer por sí solo/a aunque esto sea más costoso en tiempo y esfuerzo.

COMPORTAMIENTO EN LA MESA

Cada familia tiene unas normas respecto a los hábitos de comida que desea transmitir a sus miembros. Conviene que, para una mayor adaptación e integración en su comunidad, éstas participen de las normas generales y socialmente establecidas.

HIGIENE

Condición previa a la comida es una correcta higiene de manos y el posterior lavado de los dientes, sobre todo después de las comidas principales.

Es conveniente que los sientan la necesidad de limpiar su boca y manos cuando están sucias y que para ello utilicen la servilleta. Otro comportamiento que deberá aprender es no tirar comida fuera del plato.

Estos hábitos se pueden iniciar desde edades muy tempranas, ya que inciden positivamente en la salud y autonomía del/la niño/a.


POSTURAS

Es importante enseñar al niño a comer sentado y a permanecer en la mesa hasta finalizar la comida. Hay que evitar posturas incorrectas y molestas para los/las demás comensales (mantener la espalda erguida, no apoyarse sobre los codos ni extenderlos ocupando un espacio excesivo, etc.).

TIEMPO

Los niños y las niñas en edades tempranas carecen del sentido del tiempo, comen a cualquier hora y lo hacen muchas veces sin que los padres los vean.

Es preferible marcar unos horarios fijos de comidas, con cierta flexibilidad, y procurar, en la medida de lo posible, que toda la familia esté reunida y, como hemos expuesto antes, de forma relajada y tranquila.


USO DE UTENSILIOS

El aprendizaje del uso de utensilios para comer implica la adquisición de las costumbres o hábitos que socialmente se consideran adecuados. No debemos olvidar que, detrás del uso de los cubiertos en la mesa, está el desarrollo de habilidades, estrategias y conductas que favorecen el desarrollo de capacidades de autonomía importantes para la evolución del niño.

El uso de la cuchara, el tenedor y el cuchillo favorece el logro de la autonomía, coordinación y control motriz de los pequeños. En el momento en que se observa que pueden utilizar la cuchara, hay que favorecerles su uso sabiendo que, al comienzo y debido a su inmadurez, va a ensuciarse. La actitud de los padres debe ser la de continuar este entrenamiento. Poco a poco se irá introduciendo el uso del tenedor, se continuará con la cuchara y el de más difícil manejo, el cuchillo.

Con la bebida, se iniciará al niño en el uso de la taza (dos asas, un asa) y del vaso. Al mismo tiempo, hay que eliminar los hábitos que no corresponden a su edad (por ejemplo, el uso del biberón, papillas y purés a partir de los dos años). Hacia los tres años puede generalizarse el uso de cuchara y tenedor; sin embargo, será necesario ayudar en la utilización del cuchillo hasta los 6 ó 7 años aproximadamente, dependiendo de la pastosidad del alimento y de la calidad del cuchillo. Hay alimentos que se pueden comer sin cubiertos, como espárragos, costillas, etc. 

NEGATIVISMO

Entendemos como negativismo el rechazo persistente de determinados alimentos o comidas. Normalmente son llamadas de atención y reclamo del adulto; coincide con la apetencia hacia alimentos preferidos y la tendencia de los padres a ceder ante la conducta del hijo/a. Suelen ser niños/as dominantes, consentidos, con sobreprotección y que pueden trasladar estas conductas a otros ámbitos de su vida social.

La permisividad de los padres por diferentes motivos, como por ejemplo, diferencias de opinión entre los cónyuges, prisa, presencia de visitas, celebraciones... hace que el/la niño/a satisfaga siempre sus deseos. Conviene facilitar que los/as niños/as, a partir del primer año de vida, prueben una variedad amplia de sabores (de los diferentes grupos de alimentos) para que los acepten; más adelante, se continuará con dicha degustación. Se puede permitir el rechazo de determinados platos siempre que éstos no sean excesivos en número ni que el niño coma a la carta y sea él quién elija el menú.

Como pautas a tener en cuenta para la prevención y tratamiento de las conductas negativas proponemos las siguientes:

a) Probar todo tipo de alimentos desde las primeras edades.

b) Procurar que esta prueba de alimentos sea motivadora, distendida, nunca con imposición fuerte, sino con sosiego aceptando en ciertas ocasiones un rechazo.

c) Por parte del adulto, no perder los nervios, no gritar, ni amenazar; en definitiva, no convertir la comida en una lucha o relación de poder en la que frecuentemente “gana” el niño.

d) Desde muy pequeños, negociar la cantidad mínima de “cada plato a comer”, y que sea el niño o la niña quien se sirva. De esta forma, favoreceremos su autonomía, independencia y la responsabilidad de su elección.

e) No sustituir nunca un alimento rechazado por otro de mayor agrado porque éste es el inicio de un negativismo progresivo que se puede extender a otras conductas y situaciones.

f) En los casos en que rechace el primer plato por la preferencia del segundo, se condicionará la toma del segundo a una mínima cantidad del primero.

g) Valorar cualquier aproximación a la conducta deseada por el adulto mediante refuerzos preferentemente afectivo sociales (alabanzas, valoración, compartir tiempo y juego, etc.).


DIFICULTADES MÁS GRAVES

Entre las situaciones de mayor dificultad en la conducta alimentaria destacamos:

1. la obesidad
2. la anorexia
3. la bulimia


OBESIDAD

La obesidad tiene mayor incidencia en la sociedad occidental. La razón estriba en la mayor disponibilidad de comida que la necesaria para vivir, tanto en cantidad como en variedad, el mayor contenido nutritivo del que se puede asimilar y el modo de vida urbano con sedentarismo y menor gasto calórico.

Se considera niño/a obeso/a aquél/aquélla cuyo peso es 10% superior al que constituye la media por edad, estatura y sexo. Los/as niños/as imitan modelos del adulto y siguen las pautas de los medios de comunicación.

Las causas de la obesidad pueden ser:

Fisiológicas o genéticas: cuando los padres son obesos o uno de ellos lo es, la probabilidad de que el/la hijo/a sea obeso/a aumenta.

Errores en la educación familiar: por una parte, muchos niños/as son sobrealimentados sistemáticamente en la infancia por la creencia de que un niño/a grueso/a es más sano/a y fuerte; por otra, los padres que no hacen ejercicio contribuyen a que el/la niño/a, al compartir la inactividad, no consuma o gaste energías.

Características individuales o rasgos diferenciales: hay niños/as que comen “con los ojos” y que poseen una gran sensibilidad hacia los estímulos alimenticios; otros manifiestan una fuerte tendencia hacia comidas dulces, bocadillos, etc.


PAUTAS DE ACTUACIÓN


1. Descartar causas fisiológicas. Para ello debe intervenir el médico pediatra realizando una revisión o estudio de éstas.

2. Si la obesidad es por causa psicológica o afectiva, tomar conciencia de éstas y tratarlas con un profesional.

3. Evaluar las conductas y hábitos alimenticios de los/as hijos/as para conocer cuáles son adecuadas y cuáles inadecuadas.

4. Ante conductas inadecuadas, puede demandarse asesoramiento de un profesional con el objeto de establecer pautas y hábitos básicos de comida, como los que exponemos a continuación:

– Limitar, en lo posible, la toma de chucherías y dulces en fiestas, celebraciones, cumpleaños, reuniones... y sustituirlas por otros alimentos.

– Realizar ejercicio físico (deportes, juegos) para consumir calorías.

– Sustituir la bollería industrial por alimentos naturales.

– Dificultar el acceso a alimentos placenteros y calóricos para el/la niño/a.

– Evitar el exceso de comidas sobresaturadas y rápidas (hamburguesas, pizzas...).

En cualquier caso, la delgadez o la gordura es, en parte, un concepto muy influenciado por el momento cultural, por el tipo de sociedad en que se vive y por las circunstancias personales.

Consideramos importante educar a los/as niños/as en:

– La creación de hábitos de salud personal.

– La no consideración de la estética como un valor prioritario.

– El respeto y aceptación de la propia constitución personal y de la imagen individual de cada uno/a.

– El respeto y aceptación de las personas física y psíquicamente diferentes.


ANOREXIA


Es un trastorno grave de la conducta alimentaria que se caracteriza por la pérdida desproporcionada de peso, miedo intenso a engordar, alteración de la imagen corporal y negativa a comer.

La gran mayoría de los casos comienza entre los 14 y los 19 años, pero puede presentarse también en niños y niñas de menor edad. La frecuencia es mayor en las niñas que en los niños.

Los/las preadolescentes y adolescentes suelen manifestar una reducción significativa de peso, retraso en la menárquia o ausencia de menstruaciones en el caso de las chicas y disminución de las hormonas sexuales.

Se consideran factores de riesgo o factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad los siguientes:

1. Dificultades emocionales:

– Rechazo real o imaginario de los padres, del profesorado y de otras personas de su entorno.

– Clima familiar desfavorable.

– Tristeza, depresión...

2. Rigidez y normas estrictas en el acto de la comida.

La conducta inflexible que obliga a comer puede ser el origen de la anorexia ya que viven repetidamente situaciones desagradables.

3. Reclamo de la atención y afecto de los padres, mostrando hostilidad hacia ellos: de este modo logran preocuparles y angustiarles, descargando con éxito su agresividad.

4. Sentimiento de auto castigo por baja autoestima e infravaloración.

5. Personalidad perfeccionista, muy sensible, con inseguridad, ausencia de apetito o con alguna experiencia desgraciada.

6. Miedo a convertirse en mujer y aceptar su sexualidad.

7. Deseo de perder peso y lograr una figura estilizada acorde con la moda.

ORIENTACIONES

En primer lugar, hay que realizar una valoración del estado físico y mental del niño o niña y de las relaciones intrafamiliares.

El tratamiento ha de llevarse a cabo por personal especializado (Centros de Salud Mental, Gabinetes privados).

Como pautas preventivas encaminadas a evitar dificultades mayores destacamos las siguientes:

a) Mantener la rutina de las comidas familiares de forma organizada (si no es posible la comida, la cena), ya que uno de los síntomas primeros en la anorexia es el no querer participar en la comida y “evitar que los demás vean lo que comes”.

b) Continuar con las revisiones médicas periódicas hasta la adolescencia para prevenir pérdidas de peso importantes o desproporción con la altura.

c) Procurar una educación familiar y escolar basada en la prevalencia de los valores humanos sobre los estéticos de “culto” al cuerpo, intentando contrarrestar los mensajes sociales (televisión, muñecas Barbie, modas, anuncios, etc).

d) Seguir la evolución del/la hijo/a preadolescente ante cambios en su forma de ser y comportarse, ya que otros síntomas de la anorexia pueden ser la hiperactividad, las actitudes perfeccionistas, la autoexigencia personal y un excesivo orden en su vida.

e) Asesorarse como padres y atender, para corregir desde edades tempranas, aquellos desajustes alimentarios que van surgiendo, puesto que la prevención evita los futuros problemas.

f) Favorecer un clima familiar adecuado, con frecuente comunicación y conocimiento de los hijos/as para poder darse cuenta de los desajustes que se inician.

BULIMIA


PAUTAS A SEGUIR

1. Estar al tanto de los cambios en los hábitos cotidianos de los hijos/as (permanencia excesiva en el baño, alimentos en los armarios, vómitos provocados, uso de laxantes...).

2. Evitar la abundancia de alimentos sugestivos ricos en calorías (dulces y embutidos) en casa y procurar no tenerlos a la vista, sustituyéndolos por verduras, frutas y alimentación baja en calorías y de mayor poder nutritivo.

3. Promover la comida en familia.

4. Eliminar la toma de alimentos entre horas.

5. Favorecer actividades que sean incompatibles con la conducta bulímica (práctica de deportes, actividades al aire libre...)

6. Acudir a un especialista cuando:

– haya un exceso de peso.

– se observe ansiedad elevada en las comidas.

– se detecte que el niño o la niña vomita o toma laxantes.

– observemos conductas inadecuadas en lo relativo a la comida.

En la educación de la conducta alimentaria, es preferible guiarse más por refuerzos positivos que negativos. Hay que actuar tempranamente para prevenir dificultades mayores y más permanentes.

Los hábitos familiares van a determinar el aprendizaje de los/las más pequeños/as y, por tanto, es conveniente cuidar las condiciones en que se forjan dichos hábitos.

Sugerimos que las costumbres familiares se mantengan siempre y cuando no contradigan las normas socialmente admitidas.

Las dificultades no aparecen de un día para otro. Por tanto la intervención para corregirlas requiere un proceso que implica la participación de los padres/madres y educadores/as

Es necesario:

Darse cuenta de la dificultad.

Analizar las causas que la determinan

Establecer medidas







COMO FOMENTAR HÁBITOS SALUDABLES EN LA ALIMENTACIÓN

Si piensa que su hijo come poco, primero haga un registro de lo que en realidad come. Puede que coma lo suficiente y, por tanto, no deba preocuparse. Anote horas/veces en las que come algo, cantidades y tipos o variedad de alimentos. Parta de la premisa que no todo el mundo necesita comer lo mismo y hable con el pediatra de las cantidades adecuadas para la edad y las características de su hijo. 

Haga de las horas de comer momentos relajados y agradables. 

Siente al niño en la mesa cuidando que haya un ambiente agradable: iluminación, un plato divertido o apetecible a la vista, un vaso con un dibujo animado, conversación agradable y sonrisas. Puede incluso adornar la mesa con adornos divertidos.



a los niños hay que enseñarles a disfrutar del momento de la comida
Prohibido gritar o pelearse en la mesa. Si ha observado que ciertos objetos, juguetes o situaciones distraen demasiado a su hijo/a, retírelos. La hora de comer es para comer, no se juega ni se ve la televisión. Se puede permitir al/la niño/a mantener un juguete en la mano o cerca de él/ella. 



Hable de cosas agradables con su hijo/a mientras come, cuéntele un suceso divertido del día o cántele una estrofa de una canción si es pequeño/a. 


No insista una y otra vez en que coma, él/ella ya sabe que es la hora de comer. 

No haga comentarios continuos si el/la niño/a no come, recuérdele alguna vez el refuerzo o la actividad agradable que le espera para después de comer y/o que el tiempo de comida se está acabando, pero no lo haga con demasiada insistencia –sólo 1 ó 2 veces máximo. 

Refuerce o alabe si está comiendo pero procure hacerlo con sonrisas y comentarios no directamente relacionados con la comida. Si es usted el que le da de comer, espacie los ofrecimientos de la cuchara o de la comida unos 5-10 segundos después de que ha rechazado una cuchara, después de este tiempo inténtelo de nuevo. 

Instaure una rutina del momento de comer: comer a la misma hora, en el mismo lugar y con las mismas condiciones ambientales (por ejemplo la condición de tele apagada hasta que haya terminado de comer). 

Elija con cuidado las horas de las comidas si su hijo es pequeño, piense en adelantar las comidas y las cenas para evitar que a su hijo le entre sueño antes o durante la comida y ya no quiera comer. Un horario razonable entre los 3-4 años es comer a la 1.30-2 y cenar a las 8-8.30. Para elegir el horario del desayuno, aconsejamos despertar al niño por las mañanas con el suficiente tiempo para que pueda esperar a desayunar una vez que se ha despertado del todo después de vestirse, lavarse o incluso charlar un ratito. Haga que el/la niño/a coma con otros miembros de la familia si es posible. 

Haga coincidir el final de la comida con alguna situación que le guste al niño, por ejemplo un juego de escondite o cosquillas si es pequeño/a, ver la televisión, ver un cuento o sacar su juguete preferido. 

Ponga raciones pequeñas, fundamentalmente si se trata de comida nueva o de comida que no le ha gustado en otras ocasiones. Si el problema de no querer comer es muy serio, también puede probar a poner comidas que se puedan comer sin cubiertos. Paulatinamente se irá alternando esta comida con la comida de cuchara. 

Varíe durante la semana los alimentos de cada comida. Evite poner todos los días lo mismo, se cansan. 

Si no le gustan ciertos alimentos y además come muy mal, evite los alimentos que no le gustan los primeros días (no podemos empezar por todo a la vez) y céntrese solo en que coma sentado, solo y cantidades normales. Le enseñaremos a comer de todo una vez que coma cantidades adecuadas de comida y, además, que las coma con gusto y aceptando la rutina de comer. Podemos intentar que coma alimentos nuevos en horas distintas a las comidas principales, a modo de aperitivos o como golosinas sueltas. 

Póngale comida simple y fácilmente identificable. A los niñoss les gusta ver lo que están comiendo. Aconsejamos además no mezclar alimentos en el mismo plato o la misma cuchara. 

Cuando decida incorporar alimentos nuevos, ponga solamente un alimento nuevo cada vez, junto con otro que le guste al niño. Para los alimentos que no le gustan, ponga muy poco y siempre acompañado de otros alimentos que le gustan mucho. Puede probar a poner platos combinados (no mezclados) con raciones muy pequeñas y variadas. 

Para conseguir que su hijo coma más cantidades, aumente en un principio en aquellas comidas que más le gusten. Vaya aumentando progresivamente la cantidad de alimento que le pone en el plato de aquellas comidas que al niño más le gustan, hágalo poco a poco sin que apenas se note. Primero hágalo sólo en una de las comidas del día (el almuerzo o la cena, por ejemplo), comenzando por aquella en la que el/la niño/a suele comer más y/o suele estar de mejor humor o más despierto/a. 

Respete siempre el número de comidas del día y no añada ninguna más aunque el/la niño/a no haya comido nada en la anterior. No dar de comer entre comidas. Marque un tiempo razonable para la comida. Anime al niño a comer pero, si no lo hace, retire la comida después de que pase un tiempo razonable. Puede disponer de un reloj con alarma. Explíquele que hay un tiempo de comida. Refuerce al niño mientras va comiendo. No le sirva más hasta la próxima comida. Puede reforzar con un postre especial el acabar a tiempo. Si su hijo es de los que se levantan de la mesa, tardan mucho en comer, y quieren que usted vaya detrás con la comida, puede usar un reloj para indicarle que hay un tiempo límite en el que debe estar sentado. También debemos enseñar que hay unas horas apropiadas para comer y otras no. Si su hijo tarda mucho porque está jugando o viendo la tele mientras come, retire lo que le distrae. Si tarda mucho porque come a bocados excesivamente pequeños, aumente progresivamente y/o muy poco a poco hasta cantidades normales. 

Acostúmbrele a no levantarse de la mesa. Si se levanta, ya hemos comentado que usted no debe llevarle la comida hasta donde se ha ido. Lo mejor es que siga usted comiendo y le dé un aviso verbal indicándole que la comida se queda fría y/o que el tiempo de comida se va a acabar y se va quitar la mesa. El/la niño/a pierde “tiempo de comida” y usted debe asegurar que después de ese tiempo no puede picar nada hasta la próxima comida. En algunos casos puede ser conveniente el obligarle físicamente a permanecer sentado.

Déle a escoger en el postre, procurando postres muy apetecibles para el niño. Por ejemplo, puede elegir entre un helado o una chocolatina pequeña si esos son sus alimentos preferidos...

Anímele a que ayude a preparar la comida. En caso de niños mayorcitos, dejarle que ayude a planificar las comidas de la semana o cuando hay que ir a hacer la compra. 

Permita que haya un periodo de descanso antes de la comida para evitar la fatiga o la sobreexcitación que algunos niños traen del colegio y quitan las ganas de comer. En el desayuno y merienda tenga refrigerios variados y nutritivos, permita que los niños elijan. En las comidas principales no se debe elegir, exceptuando el postre cuando se está iniciando el programa de alimentación.